MADRID.- Nada de esta historia tiene una confirmación oficial pero los rumores al respecto son constantes en el sector del automóvil europeo: BMW estaría estudiando la adquisición de un paquete importante de acciones de Daimler AG –propietaria, entre otras, de la marca Mercedes– para intentar tomar el control y solucionar así los problemas de volumen que afectan a ambos fabricantes alemanes.
Desde hace algún tiempo BMW estudia la forma de mejorar su rentabilidad. Incrementando la producción y mejorando las economías de escala, pero sabe que esto puede conducir a la pérdida del carácter elitista de sus modelos. Hoy en día, casi resulta más exclusivo un Ford Mondeo, un Peugeot 407 o un Renault Laguna, que un BMW Serie 3, un modelo más frecuente en las carreteras europeas que otras berlinas medianas que supuestamente son más populares.
Para reducir costes, la marca alemana ha estudiado relanzar la marca británica Triumph -de la que es propietaria-, pero eso implica más tiempo, mayores inversiones y, posiblemente, también más problemas.
Sin embargo, la toma de un paquete de control en la matriz de Mercedes resulta más interesante, ya que ambas marcas producen un producto similar y se podría establecer sinergias que reducirían los costes .
Además, desde que ambos grupos se sumaron al proyecto de propulsión híbrida lanzado por General Motors, las relaciones se han intensificado, sobre todo en el último año.
De hecho, el Grupo BMW y Daimler AG han estudiado la posibilidad de desarrollo conjunto de nuevos motores y cajas de cambio, además de otros componentes. Es decir, ambos fabricantes están convencidos de que no tienen más remedio que entenderse, puesto que ambos fabrican coches de lujo y por tanto, tienen necesidades similares. Sin olvidar que los dos son alemanes.
Pero, ¿por qué podría ser BMW la que comprase Daimler y no al revés? La respuesta es bastante simple: BMW tiene un accionariado más compacto, puesto que los miembros de la familia Quandt poseen prácticamente el 50% de las acciones y, por tanto, tienen más posibilidades de ponerse de acuerdo sobre una decisión de este tipo.
En Daimler lo saben y por eso su presidente, Dieter Zetsche, se ha apresurado a asegurar que, desde que vendió a Cerberus Capital Holding del 80% del Grupo Chrysler, la compañía es mucho más fuerte y menos sensible a intentos hostiles de compra.
Daimler, por su parte, sólo tiene el 16,8% de su accionariado en manos de inversores privados. El resto del capital se encuentra en manos de diversas instituciones. Y al estar tan atomizado, es más débil ante posibles intentos de adquisición.
Sin ir más lejos, hace años que el Deustche Bank ha anunciado su intención de salir del capital de la compañía. Cuando adquirió su participación, era el primer accionista con un 13% del capital, en la actualidad tiene sólo un 4,35% que, no obstante, lo mantiene como segundo accionista. En la actualidad, el principal accionista es la oficina de inversiones de Kuwait, que tiene el 7%, mientras que los Emiratos Árabes Unidos controlan el 2% y son los terceros.
Si la operación se llevase a cabo, se repetiría la historia pero al revés. En 1959, tras dos años de dificultades económicas, BMW parecía no tener más posibilidad de salvación que ser adquirida por Daimler, que en aquello tiempos aún mantenía el apellido de Benz. La compra era impulsada por Friedrich Flick que pretendía eliminar a BMW y dejar a Mercedes sin rivales directos.
La jugada de Quandt
Flick contaba, en el consejo de vigilancia de Daimler con el apoyo de Herbert Quandt, pero éste fue abordado por los sindicatos y el Gobierno de Baviera que le aseguraron su apoyo durante nueve años si evitaba la compra . Fue entonces cuando Quandt, un entusiasta del automóvil comprendió que estaba ante la gran oportunidad de su vida.
En Mercedes, Flick tomaba todas las decisiones y si compraba BMW, podría hacer lo mismo. Entonces, en contra del consejo de sus asesores financieros, comenzó a adquirir acciones de BMW hasta hacerse con el 50% y el control de la marca. El 17% que poseía en Daimler-Benz se lo cedió a su hermanastro Harald que moriría poco después en un accidente de avión y su viuda lo vendió a los inversores árabes.
En la actualidad, Johanna Quandt, viuda de Herbert -que falleció en 1982-, posee el 16,7% de la compañía; su hijo Stefan, el 17,4%; y su hija Suzanne Kattlen, el 12,5%. En total controlan el 46,6% de la Bayerische Motoren Werke, la fábrica bávara de motores, que es lo que significan las siglas BMW.